Un Curso de Milagros.

Este blog se ha abierto para ser un punto de comunicación sobre nuestra verdadera identidad, sobre la verdad de lo que somos. A pesar de que es algo que no se puede conceptualizar, sí se puede dar forma a conceptos que apunten a ello. Un Curso de Milagros es un conjunto de dichos conceptos y una forma práctica de llevarlos a nuestra vida diaria, de modo que no es sólo un discurso teórico, sino que la práctica es una parte esencial en el proceso de reconocer nuestra verdadera identidad.

lunes, 2 de marzo de 2009

Cicatrices.

Cuando nos queda una marca de un dolor del pasado, es que lo tenemos presente en el momento actual. Lo revivimos para defendernos de él o sufrimos con su recuerdo y con el miedo a que se repita. Cualquier actitud que lo reviva en nuestra mente le está dando realidad al miedo y al sufrimiento. Podemos pensar que es una herida ya cicatrizada o una herida abierta. En cualquier caso, es una herida y nosotros somos vulnerables a aquello que nos la causó.

Si tenemos en cuenta que ante cualquier situación nuestra mente percibe aquello que quiere percibir, entonces debemos plantearnos qué era lo que queríamos percibir en nuestro pasado que dió realidad al dolor. Abandono, rechazo, o cualquier otra expresión de miedo. Estaba en nuestra mente antes de estar en nuestra experiencia. Por eso en una misma situación personas distintas viven emociones diferentes. La diferencia está en lo que quieren percibir.

Así pues, si analizamos qué quisimos percibir que nos hizo daño y nos damos cuenta de que fué decisión nuestra, podemos cambiar el pensamiento que nos llevó a sentir el dolor, y por lo tanto deshacer la cicatriz hasta dejar la piel sana y completa.

Las cicatrices nos sirven para ver nuestros pensamientos erróneos, nuestra propia idea de vulnerabilidad, escasez y miedo, nuestra carencia de amor que hemos fabricado nosotros mismos en nuestra mente. Y tras haberlos visto, podemos deshacerlos y dejar de darles realidad. Así, si se presenta otra situación susceptible de ser interpretada del mismo modo, nuestra mente estará receptiva a nuevas formas de verlo, y no sentiremos dolor. Son maestras a traves de las cuales deshacer el miedo. Pero afortunadamente no son necesarias. Surgen de nuestra resistencia a aprender, a cambiar nuestra mente y abrirla a nuevos pensamientos de amor hacia nosotros mismos, y por extensión hacia los demás.

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